Sobre el coraje de pasar a la acción

Querid@ lector/a,

El otro día al hablar con un amigo sobre un cambio importante que se plantea en su vida laboral, volví a recordar lo difícil que es el tomar decisiones así. Y no pude evitar preguntarme,

¿qué es lo que hace que nuestra generación le tenga tanto miedo a los cambios?

Veo las generaciones que vienen detrás nuestra más impulsivos (y no necesariamente en el mal sentido sino todo lo contrario),dispuestos a arriesgar más por lo que que quieren y tolerando mejor la frustración de no saber lo que quieren. ¿Será que no es tan así y me lo estoy imaginando?

Creo que mi generación (los que giramos en torno a los años 90) ha heredado parte de la mentalidad de nuestros padres donde la búsqueda de la seguridad laboral tiene aún un gran peso al igual que algunos objetivos que los podríamos considerar convencionales como asentarse, comprarse una casa, tener hijos. Por lo menos ese es mi caso.

No creo que sea ni bueno ni malo siempre y cuando se haga por las razones adecuadas, es decir porque es lo que uno quiere y no porque le venga impuesto. Lo malo es cuando quieres cambiar el rumbo de tu vida, en este caso laboral y tienes tanto miedo de moverte que no te atreves a hacer nada.

La frase que circula por Internet de que al final de la vida uno se arrepiente de lo que no ha hecho y no de lo que ha hecho está muy bien pero

¿cómo se llena uno de coraje para pasar a la acción y tomar esa decisión?

Quizás llegue un punto en esa toma de decisión en la que debamos dejarnos llevar por lo que nos dicta el instinto. ¿será bueno lo que nos indica nuestro instinto?

Quizás sea cuestión de hacer las cosas aunque estemos “cagaditos” de miedo.

Quizás sea cuestión de rodearnos de personas que siempre nos animen a buscar nuestro propio bienestar, sea lo que sea lo que signifique para cada uno eso.

Quizás sea cuestión de educar nuestra autoestima para confiar en nuestras propias capacidades. Y no hablo de una fe ciega, sino de una fe trabajada en la que hinquemos codos desarrollando nuestras capacidades personales y profesionales hasta el punto de que nos hagan adaptables.

Quizás el impulsor que provoca el paso a la acción es lo harto que esté uno de vivir en la situación en la que está.

Esta falta de capacidad de tomar una decisión y pasar a la acción me hace pensar que nuestra capacidad de adaptación al entorno ha menguado con la comodidad que nos ofrece la evolución que ha dado pie al bienestar social del que gozamos hoy en día.

Lo que me queda claro, es que la toma de decisiones en la vida de uno, siempre va a suponer una importante parte de nuestro desarrollo personal vital, y que la única decisión incorrecta de verdad es no moverse cuando no se está a gusto con la situación.

Eso es parte de crecer y evolucionar y el sufrimiento que provocan las dudas, los miedos y las inseguridades son aspectos que nunca vamos a poder obviar porque sin ellas el proceso entero no tendría sentido.

Aquí va mi batiburrillo de reflexiones, que hoy he querido compartir contigo.

Ahora es tu turno querido lector/a,

¿Tu que piensas de todo esto?

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