Pensamientos destructivos que se asoman
Querid@ lect@r,
Toda la vida esta compuesta por un cúmulo de etapas. Es una realidad y creo que estarás de acuerdo conmigo en eso.
La mía personal es que estoy embarazada y mientras espero a este pequeñín que viene al mundo, interrumpí mi actividad laboral de manera temporal.
De eso te quiero hablar, de parar. De parar y cómo me he dado cuenta de que aspectos psicológicos que creía superados han vuelto a aparecer.
Una de las ideas que me viene a la mente es que hemos relacionado estrictamente nuestro valor como ser humano en base a la capacidad de trabajar. Quizá sea una de las causas por las que muchas personas se deprimen cuando no trabajan. Estamos tan enfocados en el trabajo que cuando no lo hacemos por alguna circunstancia (sea elección personal o forzada), no sabemos qué hacer con nuestro día a día, lo que nos hace sentir inútiles y comenzamos a sentirnos culpables.
Evidentemente no digo que haya que estar tirado en el sofá toda la vida y por ello sentirse bien, pero creo que es necesario que entendamos la necesidad de interrupciones laborales como parte misma de la vida y darle el reconocimiento que se merece.
Tengo que confesarte que cuando estuve en ERTE a causa del COVID no sentí ni un ápice de culpabilidad porque era una situación forzada y la decisión no la tomé yo. Y ahí es donde está la clave: en que la decisión no la tomé yo.
Hace ya un par de meses que estoy de baja. Ahora he hecho las paces conmigo misma.
Recuerdo los primeros días antes de formalizar la baja y los primeros días estando en casa sin trabajar. Mis pensares eran un cúmulo de confusión, culpabilidad, vulnerabilidad, incertidumbre, insatisfacción e inconformismo:
Culpabilidad por parar antes de lo que la sociedad dicta que una debe parar o quizá incluso de lo que yo misma me impuse.
Vulnerabilidad porque mis capacidades físicas ya no son las mismas y las mentales mucho menos. Incertidumbre frente a lo que me va a deparar el futuro sobre todo el laboral.
Preguntas cómo ¿seré capaz de compaginar mi vida como madre y trabajadora? ¿cómo será esa nueva realidad del día a día?¿me lo encontraré siempre durmiendo cuando venga de trabajar? y un millón más de preguntas que no recuerdo con exactitud porque se entrecruzaban en mi mente durante esos días.
¡OJO! que tengo suerte de contar con un apoyo familiar impagable, y tanto mi marido y yo tenemos unos trabajos bastante flexibles. No quiero ni imaginar el caso de familias que no cuenten ni con la mitad de posibilidades de tener ayuda que tenemos nosotros. Supongo que ante situaciones adversas uno se va adaptando porque si no, ni Cristian ni yo estaríamos aquí hoy atendiendo a la situación que vivieron nuestros padres cuando nosotros nacimos.
Insatisfacción con mi rendimiento laboral que es un aspecto importante para mi, siempre lo ha sido. El cambio de prioridades mentalmente no creo que se produzca de una manera natural, es estresante. Por lo menos para mi lo fue. Luego me calmé y entendí que tengo toda la vida por delante para averiguar y experimentar el ser madre con ser una trabajadora con éxito. Al fin y al cabo, de eso se trata vivir, ¿no?
Inconformismo por quedarme quieta en el mismo sitio durante demasiado tiempo. El hecho de ser madre implica poner pausa absoluta durante un tiempo (todo dependerá que cómo se de la vida con el nuevo miembro de la familia y eso hasta que no se vive no se sabe) a proyectos que requieran mucho tiempo, esfuerzo y dedicación porque ahora la atención toca ponerla en otra parte.
Ahora lo pienso y sé que nada ni nadie me puede garantizar el futuro ni lo que voy a encontrarme por el camino.
¿Qué ha pasado para poder dar el cambio de mentalidad?
Simple y llanamente recordarme a mi misma a veces día tras día que debo y quiero vivir día a día, a pequeños pasos. Recordar el plan a largo plazo que tengo trazado pero sin abrumarme por lo que vendrá. Recordar que ampliar familia ha sido una decisión propia y muy querida por ambos y que es evidente que suponga todo un reto en nuestras vidas.
Dicen que somos lo que pensamos y que nuestros pensamientos y los sentimientos están estrictamente relacionados con aquello a lo que más atención prestamos. Así que, en vez de pasarme el día imaginando lo difícil que será mi nueva situación laboral cuando tengamos al nuevo miembro en la familia, me centro en vivir el día a día y aceptar la idea de que a medida que lleguen las dificultades intentaré encontrar una solución codo con codo con el padre de la criatura.
Te confieso que no es fácil, porque es un trabajo diario en el que debo recordarle a mi mente todo esto que acabo de compartir contigo. Los días que dejo de lado este solicitante ejercicio mental, los pensamientos destructivos vuelven y vuelvo a estar sometida en la espiral de confusión, ansiedad, incorformismo, tristeza y agobio.
¿Qué hago para recuperarme?
Seguir escribiendo mis pensares en el diario que llevo desde hace un par de años y compartir mis recurrentes preocupaciones con mi marido que me sirve de balanza para volver a asentar la cabeza.
Ahora me repito a mi misma que hay muchas situaciones de ese futuro agobiante que no dependen de mi. Que lo que sí depende directamente de mi persona es controlar esas ansias, vivir cada momento como corresponde, agradecer la oportunidad que tengo de descansar, y aprovechar el tiempo como si de un trampolín se tratara para que el día de mañana siga mi camino con más fuerza y determinación que antes.
Estoy convencida de no ser la única que pasa por estos procesos mentales y de hecho me consta que es más común de lo que la mayoría pensamos.
Así que no puedo evitar preguntarte:
¿A ti qué sentimientos te invaden y cómo los manejas?